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  PROGRAMAS CAFE A LA TURCA  13 de noviembre de 2018
"Maki Raymán: del campo, a Las Vegas"
Subirse al ring "no es ponerse los guantes y decir vamos a las trompadas". El box "es una forma de vida"
Escuchá el programa acá:

Jairo Ariel Rayman “Maky”, nació en Bariloche pero pasó su infancia en Clemente Onelli, localidad rionegrina distante a unos 153 km aproximadamente de la ciudad en la que reside actualmente y en donde se ha convertido en uno de los boxeadores más destacados del ambiente púgil de la región.

Por “circunstancias de la vida”, Maky a los dos años fue separado de su madre para ir a vivir al campo con su padre y su bisabuela a quien le está “eternamente agradecido” por las enseñanzas y porque fue ella quien no dejó de hablarle de su madre, Carolina, a quien veía esporádicamente y con quien se reencontró finalmente años después. “En el vínculo entre mi mamá y mi papá había que mantener un margen” y si bien “fue un azote que me dio la vida” – expresa - acepta y comprende,  ya de adulto, que “fue necesario”.

Quizás por esas experiencias por las que tuvo que atravesar, hoy la prioridad está en cuidar, querer y criar a su hijo de 5 años junto a su esposa Gabriela, a punto de recibirse de profesora de Literatura.

Su infancia la recuerda con cariño, pero también “con muchos esfuerzos”. Fue a la escuela rural de Clemente Onelli donde terminó la primaria y aunque quedó inconcluso el secundario (en Comallo), porque el padre no podía pagarle todos los fines de semana el pasaje para volver a Onelli, “a pesar de que hacía un gran esfuerzo”, sabe que “podría terminarlo”. A la par que iba a la escuela a la mañana, cuenta, “mi bisabuela me levantaba temprano para arriar las ovejas de las vías del tren y evitar accidentes o que se vayan a otro campo” y también “juntaba leña y bosta de caballo para prender la cocina” con la que también se calefaccionaban. Sus mejores amigos “fueron los perros” dice y se le llenan los ojos de lágrimas. Hoy ese rol, lo cumple su mascota: “Simón”.

Trabajó desde pequeño, con 12 / 13 años, en la construcción de un “corralón”, que explica: “es un alambrado que va al costado de las vías de tren, a lo largo de la ruta, para que no pasen los animales”, dentro de un campo privado y luego se fue a la “estancia de otro patrón” de quien recuerda que le dijo: “Laburás muy bien el campo, sos rápido, se ve que te gusta, pero vos no sos para el campo y te tenés que ir de acá”. Y Maky  recibió así el consejo que esperaba para “buscar el futuro en otro lado”. Así llegó a Bariloche, la ciudad de la que ahora se iría “a un lugar más tranquilo para criar a mi hijo”.

En Bariloche trabajó en una gomería del barrio El Mallín y realizó changas en diversas obras; luego se desempeñó en un restaurante y más tarde en una marisquería en donde quienes lo conocían le decían: “Mirá a Maky, de cocinar “piches” (mulita) en el campo, a cocinar mariscos”, y se ríe. Pero siempre amó el deporte y desde su vida en Clemente Onelli, en donde jugaba al fútbol y donde “me destaqué  muy bien en atletismo”, regresando al pueblo “con el cuello lleno de medallas después de alguna olimpíada rural”, no dejó de pensar que en ese ambiente estaría su pasión.

Fue tentado por quienes “decían ser amigos” para transitar distintos caminos no deseados. Pero no se dejó llevar y optó por el boxeo, deporte al que considera una “forma de vida” que requiere “mucha disciplina y conducta” y que con 27 años de vida le permitió acumular “13 victorias” que – asegura- se convertirán en “14 el próximo viernes” cuando pelee en el Polideportivo de Dina Huapi en una velada que tendrá además 9 peleas amateurs y que se presenta como un verdadero “festival de Box”.

Para este joven púgil barilochense, su referente boxístico internacional es “Gennady Golovkin, más conocido como Triple G” (de Kazajistán), a quien desea conocer personalmente. Y en Argentina, el boxeador que lo marcó y le dejó muchas enseñanzas, es “Sergio “Maravilla” Martínez, no por sus triunfos sino como persona y por su historia de vida”.

En enero, además, y como mérito a su trayectoria, Maky Raymán viajará a los EE.UU, “la cuna del box”, en donde entrenará en el gimnasio de Mayweather, en Las Vegas. Allí deberá permanecer “alrededor de 6 meses” y no duda que triunfará también en el país del Norte. Mientras tanto, y con el propósito de que no le falte nada a su esposa e hijo, ni a su mamá, Jairo (Maky), además de entrenar diariamente, se desempeña como profesor de boxeo en el área de Deportes de la Municipalidad de Dina Hupai y en el gym de un hotel y tiene su propio gimnasio donde a “los pibes del barrio que no pueden pagar, los entreno igual” porque como él mismo dice “quién sabe si no se convierte alguno en un destacado deportista provincial o nacional”. Y sabe que en los barrios de la ciudad cordillerana, la realidad de muchos pibes y pibas es “muy complicada”.

Su principal miedo – cuenta - era “fracasar” delante de sus padres, principalmente ante su padre porque le inculcaba que “todo debe ser con éxito”. Pero Maky, hoy, asegura que superó ese temor y que cuando pelea, solo busca el placer de competir y, por supuesto, “ganarle a cualquier contrincante”.

Para Jairo “Maky” Raymán, subirse al ring “no es ponerse los guantes y decir vamos a las trompadas. El box – asegura - requiere mucha psicología y saber que el que esté en frente es otro boxeador, que tiene una vida y a quien lo espera una familia”. Y asegura que cuando termina una pelea, “siempre hay un abrazo, un agradecimiento, una bendición y una felicitación” entre los rivales.

Este viernes 16 de noviembre, a partir de las 20:30 horas, se enfrentará nuevamente  al uruguayo Andrés Chaparro, a quien en junio pasado venció por puntos en un combate boxístico al que los comentaristas deportivos calificaron de “extrema emoción y adrenalina”. Las entradas pueden adquirirse, a 200 $, en el Gimnasio Municipal Padre Videla (Elflein y Ruiz Moreno – Bariloche), o el mismo día en la puerta del Polideportivo de la localidad de Dina Huapi (Av. Del Vado 118).

Maky tiene un muy buen presente, a pesar de todas las contingencias que se le presentaron en la vida. Pero por sobre todo tiene un venturoso futuro por delante. Y está dispuesto a “ganar siempre”, porque si hay algo sobre lo que él mismo no tiene dudas, es que se lo merece.

 

Roxana Arazi



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