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  PROGRAMAS CAFE A LA TURCA  29 de agosto de 2018
Cuando el hambre depende de una mesa de diálogo...
"No quiero volver a comer al vertedero (basural). Ya no más de eso", dijo una joven mamá tras el cierre de la Cocina Solidaria en Bariloche.

Natalia Mora y Lucia Martínez son voluntarias de la Cocina Solidaria de la Parroquia Don Bosco, en el barrio Pilar I de Bariloche. Hay muchas personas más que a lo largo de estos tres meses, desde sus inicios en junio de este 2018, se fueron sumando día a día para ofrecer, aunque solo fuese una vez al día, un plato de comida caliente a quienes hasta ese momento buscaban las sobras de toda una comunidad en el basurero municipal.

Esta cocina, que se convirtió en un lugar de encuentro donde poder mirarse a la cara, reconocerse y dignificarse, hoy, miércoles 29 de agosto de 2018, servirá las últimas raciones de comida a sus comensales: hombres, mujeres, niños, niñas y adultos mayores que tuvieron en los meses más crudos del invierno patagónico, no solo un plato de comida caliente y una bolsa de alimentos para llevar a sus hogares, sino un lugar en donde dignificarse, valorizarse, sentirse “personas” y dejar de concurrir cada día, con nieve, lluvia y viento patagónico, a comer de la basura. En eso que insisten en llamar VERTEDERO MUNICIPAL pero que no es ni más ni menos que el sitio donde nos despojamos de nuestros desperdicios, los más de 150 mil habitantes de la postal turística.

Hoy, este diálogo (y escribo en primera persona porque no es una crónica sino un relato desde el alma), me permitió reafirmar que la empatía no sirve sólo como una linda palabra para definir una condición humana. La empatía, vacía de contenido, no dice nada. Empatía es lo que tienen Natalia y Lucia y tantas otras personas anónimas que dan lo mejor de sí para que otros no sufran tanto, pero no desde la dádiva, sino desde la contención, el mensaje de esperanza, de dignidad, de empuje. En definitiva, desde el no abandono, algo que parecieran desconocer los gobiernos de turno. Casi siempre…

Desde el día en que se reunieron para ver qué se podía hacer hasta que comenzaron a ponerse en acción, sólo pasaron 48 horas. Conversaron, fueron al basurero, constataron la realidad de más de 60 familias revolviendo para encontrar algo para comer, cualquier cosa. Volvieron a sus casas. Apoyaron sus cabezas sobre las almohadas y decidieron no solo visibilizar lo que ocurría, sino armar un plan de contingencia inmediato.

Convocaron a autoridades municipales, provinciales, representantes regionales de Nación, de todos los estamentos involucrados en la obligación de aplicar políticas para paliar el hambre y situaciones de vulnerabilidad extrema. Se conformó así la MESA DE DIALOGO… Principios de junio de 2018…

El 24 de julio pasado, casi dos meses después, esa mesa firmó una ACTA COMPROMISO, a través de la cual se detallaron distintas acciones a aplicar en lo inmediato. Hoy ya es 29 de agosto; pasaron 3 meses. La Mesa de Diálogo sigue “dialogando” para ver de qué manera actuarán… La solidaridad barilochense demandó solo 48 horas para ponerse en actividad…

En esta jornada se servirán las últimas raciones de comida. No porque no haya más alimentos - que llegaron y llegan cada día de la colaboración de vecinos y vecinas de la ciudad-, sino porque el compromiso adquirido cuando se creó la Cocina Solidaria era trabajar por 3 meses y que el poder político, a sueldo y con juramentos de demanda en caso de incumplimiento de sus funciones (a Dios, la Patria, los Santos Evangelios, la familia, la historia, etc,, etc..), se hiciera cargo a partir de este momento. 

Deberemos creer que llegará ese día en que se les demandará no solo el incumplimiento de sus funciones, sino la indiferencia… Pero hoy elijo quedarme con uno de los relatos compartido en una hora de radio: “ni bien abrimos la cocina solidaria se acercaron dos chicas de entre 22 y 25 años. Llegaron con mamelucos sucios, manos sucias. Hacía mucho frío. Había nevado. Ambas son mamás de chiquitos muy pequeños. Una de ellas llevó a su hijita. La otra mamá pudo dejarlos al cuidado de alguien. Se acercaron con mucha vergüenza. Se acercaron a la salamandra para calentarse un poquito. Concurrieron día a día… Cuando se enteraron que cerrábamos este espacio, una de ellas –cuenta Natalia – me dijo: “Naty, no quiero volver al vertedero (basural); no quiero más eso. Ya no…”.

Es que la cocina solidaria fue más que sentarse a la mesa y tener un plato de comida caliente que les sacara el frío eso. Fue el lugar de reunión, de encuentro y fue también el lugar en donde comenzaron a pensar en futuro… a pensarse como parte de esta sociedad que insiste en expulsarlos. A conocer que tienen derechos. Que aunque no sepan cómo hacer para exigir que se cumplan, se puede aprender todos los días. Y por sobre todo, donde aprendieron que aunque algunos insistan en marginarlos en los bordes de la ciudad, son barilochenses. Y mal que les pese a los dueños de la postal turística internacional, ahora saben que tienen derechos y que sus votos ya no serán a cambio de una promesa…

Te invito a escuchar el programa completo acá:

 

(Crédito imagen: Alfredo Leiva, para diario Río Negro)

 

Roxana Arazi



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