CLEOFE, UNA CITA ENTRE MUJERES
La lengua que hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas.
“Hay una lengua que yo hablo o que me habla en todas las lenguas. Una lengua a la vez singular y universal que resuena en cada lengua nacional cuando quien la habla es un poeta. En cada lengua fluyen la leche y la miel. Y esa lengua yo la conozco, no necesito entrar en ella, brota de mí, fluye, es la leche del amor, la miel de mi inconsciente. La lengua que se hablan las mujeres cuando nadie las escucha para corregirlas.
Helene Cixousn (La llegada a la escritura, 2007)
Hay libros que se hacen oír.
Digo, en general los personajes sugieren una voz, un tono en el que se expresa el narrador y aquí está claro, clarísimo: una hija habla con su madre.
La virtud de Cleofé tiene que ver con eso: que son siempre madre e hija, que siempre es el paso del tiempo y que siempre son las palabras, su forma de decirlas (o no) de ordenarlas o dejarlas a la suerte del habla de sus protagonistas con el uso que prefieran darle.
Efectivamente los personajes son dos que siempre parten “de” o se remontan “a” un futuro, a veces remoto, a veces inmediato y siempre en “código mujer”; desde las tareas domésticas, la visita a los abuelos, la mirada sobre papá, en una suerte de intimidad a la que María Teresa Andruetto convida al lector de manera tan natural como sutil.
Aún los pasajes violentos del texto son poéticos.
¿Es una novela? No, claramente no. ¿Es poesía? No necesariamente.
Es un libro poético, lleno de frecuencias con las que conectar.
Madre, hija, abuela, desde que nacen hasta que empiezan a despedirse en la desmemoria del querido,
“¿De qué trabajás?
Yo trabajo de escribir libros.
¿Es práctico eso?
Sí, es práctico.
Mirá vos que maravilla
¿Te acordás de cuando dabas clases?
Si, algunos me querían otros me odiaban,
Era una cosa fea pero después fue bajando
Y quedó como que podía trabajar sola
¿Por qué era una cosa fea?
Porque estás haciendo una cosa y mientras
vas haciendo eso van picando y vos te dabas
cuenta lo que era la familia y saliste bien.
¿Mi familia o tu familia?
Tu familia”
Esa es exactamente la propuesta del diálogo, lo humano del diálogo, sea o no comprensible, pero siempre mediado por el amor.
Hay varios puntos especialmente altos en el libro, y el universo que lo rodea, acomoda aquellos pasajes que pueden resultar más complejos a la lectura, a la propuesta de escritura siempre nueva, siempre potente de la escritora cordobesa.
Más aún, prefiero sugerir aprovechar lo breve del libro para leerlo dos veces o más.
Es un texto como para saborearlo, hacerlo propio y volver sobre él; donde una segunda lectura le va aportar otros aromas, otras fotos a la escenografía que parece oculta pero se asoma a cada rato entre los renglones.
Debo decir también que se suma a esto una delicadísima edición (va desde la elección del papel al arte de tapa y las palabras que Alicia Genovese aporta desde contratapa) que es la marca en el orillo de Caballo Negro Editora.
Cleofé, entonces, no es un libro.
Es una frecuencia.
Roberto Szmulewicz