“La democracia necesita ser nacida de nuevo en cada generación, y la educación es su partera”
La frase corresponde a John Dewey, pedagogo, psicólogo y filósofo estadounidense. En esta columna para "El Tren", programa que produce y conduce Daniel Osovnikar en FM Los Lagos, (101.9) de Villa La Angostura, provincia de Neuquén, el tema fue el comportamiento que tenemos como electorado en la Argentina de hoy. Y también un repaso histórico sobre las elecciones, desde la Primera Junta de Gobierno (1820) hasta el 2025.
Pueden escuchar en vivo y en directo los viernes a las 10 AM en https://fmloslagos.com.ar/ , a excepción de este viernes 5 de junio 2025, en el que Daniel Osovnikar no estará al aire.
AQUÍ EL INFORME ESCRITO:
“La democracia necesita ser nacida de nuevo en cada generación, y la educación es su partera”
(John Dewey, pedagogo, psicólogo y filósofo estadounidense)
Hoy quiero hablar sobre el comportamiento del electorado en nuestro país. Porque nos la pasamos diciendo que queremos esto y que lo otro no lo queremos. Pero últimamente cuando hay que concurrir a las urnas, derecho pero también obligación, como las leyes en este sentido – para quienes no cumplen con su deber – son muy blandas, muchos/as no van a emitir sus votos. Y esa falta de compromiso puede tener muchas consecuencias.
Hace unas horas leí un informe de la Asociación Civil CONCIENCIA - estamos hablando de la organización sin fines de lucro, que dice ser apolítica – tema debatible - que trabaja para fortalecer la democracia y formar ciudadanos comprometidos a través de programas educativos y de participación ciudadana y que procura impulsar la participación democrática, fomentar el voluntariado y promover la educación en valores. Decía que leí un informe que titularon: ¿Y SI VOTAR NO FUERA UN TRÁMITE? Y en el mismo advierte que “la abstención electoral amenaza al sistema democrático”.
Consigna que “en varias provincias vota menos del 50% del padrón y que esta tendencia preocupa y muestra un alejamiento creciente entre la ciudadanía y el sistema político”. Y sostiene que “la educación es la respuesta para revertir esta desconexión y volver a creer en la participación”.
También se pregunta “¿Por qué se deja de votar si aún se cree en la democracia?. ¿Qué pasa cuando quienes más necesitan del Estado son quienes menos votan? Y ¿cómo puede la educación generar compromiso y ciudadanía activa?”
CONCIENCIA alerta sobre el impacto que esta tendencia puede tener en la calidad de nuestro sistema democrático y en el vínculo entre la ciudadanía y el sistema político, sobre todo en un año signado por los bajos niveles de participación electoral en las provincias argentinas, y considera que frente a este escenario, como en otros, la educación es la respuesta para motorizar la participación ciudadana.
En las seis elecciones que hubo en lo que va del año (Ciudad de Buenos Aires y registros similares en Santa Fe, Jujuy, Salta, Chaco y San Luis), se consolida un fenómeno que preocupa por sus implicancias estructurales: hay un caída del 10% promedio en comparación a las elecciones legislativas provinciales de medio término de hace 4 años. Según datos del CICaD (Centro de Investigación para la Calidad Democrática), la participación electoral en Argentina cae entre 5 y 10 puntos por década desde 1983. “Esta tendencia no puede ser interpretada como una simple anécdota: es una señal de alerta”, analiza Juan Manuel Fernández, director ejecutivo de Asociación Conciencia.
Esta ONG advierte que la democracia se debilita cuando la ciudadanía se desconecta y este abogado especializado en derecho administrativo, insiste con una idea: “votar no es un trámite. Es el acto que legitima a quienes toman decisiones que afectan la vida de todos”.
Por su parte otros expertos de Conciencia sostienen que la abstención electoral, lejos de ser un fenómeno neutral, debilita las instituciones, reduce la legitimidad de los gobiernos y amplía la brecha entre ciudadanía y política.
Entonces, se preguntan: ¿por qué se deja de votar si se sigue creyendo en la democracia?
Citan por ejemplo, que “el apoyo a la democracia en Argentina es alto -75% de acuerdo a las estadísticas de Latinobarómetro 2024-, pero “esto convive con un fuerte desencanto hacia las instituciones”, y agregan que “las personas no dejaron de creer en la democracia, pero sí en que sus representantes puedan transformar esa confianza en políticas efectivas”.
Siempre en base al informe de esta organización, “en los sectores de menores ingresos, la participación cae aún más, lo que refleja un doloroso contraste: quienes más necesitan del Estado, hoy son quienes más se alejan de las urnas”.
En la última elección en CABA - aseguran - esto se vio claramente en el mapa de participación: “en las comunas de menores ingresos por habitante la participación no alcanzó ni el 50% del padrón, es decir que hubo más ausentes que votantes”.
Y comentan que en 2024, CONCIENCIA dictó 74 talleres electorales en más de 30 escuelas de la Ciudad de Buenos Aires y que el 51% de los estudiantes no tenía certeza sobre si votaría. Pero que esa capacitación influyó significativamente en su decisión de participar. Citan, a modo de confirmación, algunos de los testimonios recogidos: “me ayudó a entender el voto”, “me dio conianza para decidir” y “me motivó a expresar mi forma de pensar”. Están convencidos que, como decía John Dewey, pedagogo, psicólogo y filósofo estadounidense, “la democracia necesita ser nacida de nuevo en cada generación, y la educación es su partera”.
De hecho, este miércoles 4 de junio concretamente, la Asociación CONCIENCIA reunirá a líderes políticos, empresariales, sociales y del ámbito periodístico en “Multiplicar 2025”, un evento que se erige como una convocatoria urgente a renovar el compromiso de todos los sectores con la educación como base del desarrollo económico, social y democrático de la Argentina. El encuentro se llevará a cabo a las 18:30 hs, en el recinto de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
El evento será un espacio de encuentro entre referentes de todos los sectores que comparten la convicción de que la educación no puede quedar fuera de ningún pacto federal. En un país que atraviesa una profunda crisis de representación, “es urgente tender puentes entre el sistema político y la sociedad civil, opinan y apuntan que se necesita renovar el contrato democrático desde las aulas, los clubes, los medios y todos los espacios donde se construye ciudadanía”, aseguran.
Tengo muchas diferencias con CONCIENCIA. Por ejemplo: los lugares en donde suelen realizar estos encuentros. En este caso en la Bolsa de Comercio de Bs.As. Han hecho otros en sedes de otras instituciones, asociaciones, de ese nivel… Me parece que si lo hiciesen en espacios más populares, podrían tener mucha más llegada. Pero esto corre por mi cuenta. Y si traje el informe a este espacio, es justamente porque coincido con este análisis.
Para ponerlo en contexto y poder comprender la importancia del voto ciudadano, hice un resumen sobre todo lo que tuvimos que atravesar para lograr poder ser una nación independiente, libre y soberana… Los tres pilares que con esta gestión nacional, están en peligro.
Comienzo con lo que podría definir como “el voto, una larga y comprometida historia”, y que, claramente no siempre fue como lo conocemos.
Arranca en 1810, cuando apenas unos 400 vecinos se juntaron y firmaron para sacar al Virrey de turno del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, y poder proponer a otros para que nos gobernaran. Cisneros fue destituido el 24 de mayo de ese año. Y un día después, un solo día después..., quedó constituida la Primera Junta de Gobierno, presidida por Cornelio Saavedra.
Pero ¿quiénes votarían llegado el momento? Solo hombres y no todos.
En 1821, Rivadavia dijo: "¡Que voten los hombres adultos!". Pero ojo, si eran “analfabetos, deudores, vagos o soldados”, ¡afuera!.
Unos años después, en 1826, apareció Manuel Dorrego, que se quejó ante el Congreso Constituyente: “Y si excluimos a todos, ¿quién queda?”. En realidad lo planteó más formalmente: “si se excluye a los jornaleros, domésticos asalariados y empleados también ¿entonces quién queda? (…). En el sistema representativo la mayor extensión que se pueda es la que hay que adoptarse. Bastantes excepciones tiene la ley ¿para qué más?”. Y de alguna manera sugirió abrir la cancha. ¡Un adelantado!
Pasó otro año. Ya era 1857. Año en el que sacaron la primera ley Electoral Nacional, pero que no sirvió. En criollo: nadie le dio mucha bolilla y cada provincia siguió votando a su manera.
Fue recién en 1912 que cobró más seriedad, con la llamada Ley Sáenz Peña.
Acá la cosa se puso un más seria. El voto siguió siendo solo para hombres mayores de 18, pero con dos cambios importantes: sería secreto y obligatorio. ¡Chau al voto a mano alzada!, y nació el cuarto oscuro para que nadie los viera cuando votaban. Sin dudas, un gran invento.
Pero faltaba un largo camino por recorrer. Porque las mujeres tenían prohibido votar. Fue recién en 1947, cuando después de años de luchar, consiguieron la Ley del Sufragio Femenino.
Si bien esa ley, impulso y logro indiscutible de Eva Duarte de Perón, “Evita”, se promulgó el 23 de septiembre de 1947, el acceso real a las urnas se demoró cuatro años. Durante todo ese proceso, la participación de las mujeres en el ámbito de lo público y en la escena política argentina fue imparable.
Finalmente, el 11 de noviembre de 1951, más de 3 millones 500 mil mujeres votaron por primera vez en la Argentina, en las elecciones presidenciales que le permitieron a Juan Domingo Perón acceder a un segundo mandato constitucional. Según los registros hubo un 90 % de asistencia del padrón femenino y el peronismo obtuvo un contundente triunfo por el 62 por ciento de los votos.
Fue recién en 1972 cuando se creó lo que podemos definir como el "Manual de Instrucciones" para Votar, o sea el Código Electoral Nacional, que indica cómo votar, quiénes ppdemos votar y ser votados, y cómo se cuentan los votos.
Pero en 1976, con la más oscura dictadura militar en la Argentina, perdimos no ese derecho, sino todos. Y dijimos que a eso: nunca más… ¿Nos lo creímos o solo lo declamamos?, me pregunto…
Siete años de terror real, hasta que en 1983 al fin volvimos a la democracia. Las y los argentinos recuperamos el derecho a elegir y a participar en las decisiones del país. ¡Un alivio gigante! Y el sistema electoral democrático se fue ampliando:
En 1991¡más mujeres en las listas!. A través de una nueva ley, se exigió que al menos el 30% de las listas de los partidos estuviesen integradas por mujeres. Y después, en 2017, se logró la paridad, mitad y mitad, como debe ser.
En 2003 se reconoció el derecho a votar de las personas que están presas pero sin condenas. Votaron por primera vez en 2007.
Entre 2008 y 2010 se firmaron acuerdos internacionales y leyes que aseguraron que las personas con discapacidad (ya sea física o mental) también tuviesen derecho a participar en política y a votar.
En 2012 apareció el voto joven, con nuevas fuerzas, ganas, anhelos, sueños y participación. Los pibes y pibas de 16 y 17 años fueron habilitados a votar tras ser reconocidos como parte importante de la construcción de la democracia.
Así es que el voto es un derecho que se fue ganando de a poquito, con mucho esfuerzo, con muchas vidas perdidas en tantos años. Entonces: ¿tenemos derecho a ningunear los actos electivos?.
Es necesario entender que si perdemos este preciado derecho y que, insisto, es también nuestra obligación, lo que peligra es nuestro sistema democrático que está siendo atropellado desde hace un año y medio, como nunca antes desde 1983. Nadie se atrevió a tanto como lo hace La Libertad Avanza… vaya paradoja entre ese nombre y lo que vivimos.
Para demostrar que este compromiso es cada vez menos importante para muchos/as, aquí algunos datos:
La participación electoral en Argentina desde el retorno de la democracia en 1983 siempre fue bastante alta, generalmente superando el 70%. Hubo momentos de mucho entusiasmo y otros donde bajó un poco, pero siempre se mantuvo en números significativos.
Comparto un pantallazo con algunos de los porcentajes más destacados en elecciones generales (presidenciales o legislativas):
1983: La vuelta de la democracia. ¡Fue un fiestón! La participación fue altísima, alrededor del 85,6%. La gente estaba enloquecida por ir a votar después de tantos años de dictadura.
1989: También fue una elección con mucha concurrencia, con un porcentaje similar, alrededor del 85,3%.
A lo largo de los años 90 y principios de los 2000, la participación se mantuvo en niveles altos, aunque con algunas oscilaciones.
2019 (elecciones presidenciales): La participación fue del 80,4%.
2021 (elecciones legislativas): En las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) la participación fue del 67,78%, y en las generales subió al 71,39%.
2023 (elecciones presidenciales): Fue uno de los comicios generales con la participación más baja desde 1983. La concurrencia fue de alrededor del 77%. En las PASO de ese año, apenas alcanzó el 69%.
En las últimas elecciones, este año (2025), en CABA y en algunas provincias, esos porcentajes disminuyeron considerablemente.
En las legislativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hace unos días atrás, cayó al 53,3%, una baja histórica comparable con las provincias que desdoblaron elecciones, muy por debajo del promedio histórico de 77% para las elecciones generales.
Este porcentaje se asemeja a los niveles de participación registrados en provincias que desdoblaron sus elecciones, también durante este 2025, como Santa Fe, donde solo votó el 55,6% del padrón habilitado y en Chaco donde solo concurrió a las urnas el 52%.
En Jujuy la participación fue del 64%, en Salta del 62%, y en San Luis 60%.
En resumen:
Las elecciones de los años 80 tuvieron la participación más alta, superando el 85%.
Desde entonces la participación se mantuvo fuerte, generalmente por encima del 70% y muchas veces superó el 80%, pero desde hace unos años, con tantos desenamoramientos, desesperanzas y ausencia de referentes y de espacios donde poder formarse, debatir y disentir también, hay una importante tendencia a la baja.
Y eso, en definitiva, nos perjudica a todos y a todas. En mayor o menor medida, ¡¡¡a todos y a todas!!!
Votar es nuestro derecho. Pero también es nuestra obligación. Peligran todos nuestros derechos, por lo que ejercer éste, el de ir a las urnas y elegir, es imprescindible.
Si Dios y la Patria demandaran a nuestros representantes, las instituciones, hoy, estarían vacías. Y quizás las cárceles llenas, aunque fuese en celdas VIP…
Roxana Arazi
araziroxprensa@gmail.com