FICCIONARIO
* Con el guión del futuro en la mano *
Nadie sabe exactamente en qué año del futuro se ubica, pero “suena a futuro”.
Está hecha en 1983/1984, por eso hay algunas cosas que ya parecen más horriblemente cercanas.
Cuando llegó a radicarse a Barcelona, Horacio Altuna de alguna manera se reinventaba. Una cosa es tener amigos por allá y otra conseguir trabajo; pero tuvo la buena fortuna de hallar un espacio en la editorial Toutain que editaba la revista “1984” dedicada a la ciencia ficción para adultos. En ella publicó 3 capítulos que se complementan con otros 6 que publicara al año siguiente en la revista especializada argentina “Fierro” todos reunidos en esta edición.
Importa decir también que esta es la primera obra de Altuna como autor integral porque su pareja autoral por más de una década, Carlos Trillo, se había quedado en Buenos Aires.
Si bien no era el género donde se sentía más cómodo, el primer capítulo de Ficcionario (Libros del Quiosquito, 2019) tuvo buena acogida y pudo continuarla. No eran episodios del tipo “continuará” y su protagonista Beto Benedetti – irremediablemente un inmigrante latino en algún país del norte donde sucede la acción – tiene ciertas nostalgias que se pasean a gusto cuadro a cuadro.
Incluye en esas nostalgias y es uno de los hilos conductores de la historia, el sexo entre humanos porque, claro, el dominio es ejercido ferozmente por una suerte de policía del pensamiento alla 1984 de Orwell. Desfilan entre sus páginas situaciones que son extremadamente difíciles de digerir: ataques nucleares de los que te podés salvar si tenés la tarjeta para acceder a los refugios (que no es para todos), violaciones en los espacios públicos tomadas con naturalidad, gente que anda por la vida con una bomba dentro mismo de su humanidad, prostíbulos-prostibularios-falsificadores de identidades, eutanasia a cambio de tus órganos y toda una enorme lista que actualiza al Dante. La distiopía en todo su esplendor: una sociedad ficticia pero indeseable:
Todo esto, en blanco y negro.
Había algunos capítulos – tres - originalmente en color que, para esta edición (y suponemos de aquí en más) han sido convertidos a blanco y negro por pedido del propio Altuna.
Corresponde decir que con ese cambio ganó en fuerza narrativa, que el propio contenido que el autor puso entre texto e imágenes (esos globos de diálogos al centro de la página guiándote por la historia son un detalle exquisito) se renueva y contribuye a que el clima opresivo y asfixiante que circula por la historia resulte más atrapante. Al propio tiempo me permito hacer una observación que es la marca en el orillo de Altuna: como una partitura llena de negras, cada cuadrito es una obra de arte. La acción central entra por tus ojos, pero también una pequeña multitud de cosas que ocurren por detrás de los protagonistas, desde ratones-tachos de basura-gente y hasta sobras, nada más.
El mérito también está en las editoras. Ficcionario, decía más arriba, fue publicada entre España y Argentina, a tiempos distintos pero inmediatos entre sí en los primeros años de la década del ´80. El rescate editorial y su puesta en valor – con la revisión a blanco y negro que comentaba – es un hallazgo y también un acierto de la novel editorial cuyo primer título es precisamente éste.
Libros del Quiosquito es un emprendimiento de Silvia Peralta y Delfina Moroni que deviene de la unión entre una distribuidora de libros e historietas de calidad superlativa con una editorial de cómics argentinas de altísimo vuelo. De la suma de las experiencias, claramente, surge un brillante trabajo.
Texto de Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" (Dina Huapi / Río Negro / Argentina)