NO SIEMPRE LEYERON TODOS
¿Quién quiere que leas?
No siempre leyeron todos.
Hubo un tiempo lejano (pero a veces pareciera que no tanto) en que los reyes y sus hijos y algunos religiosos y los escribas, eran los que comprendían lo escrito y escribían. Sólo ellos.
Y entonces el poder era de ellos.
Así de claro y fácil de comprender : el poder era del que leía y escribía.
Obviamente que estoy reduciendo a la nada – prácticamente – una enorme cantidad de siglos, sin embargo estoy convencido que no le pifio nada, o casi nada. Porque lo leí.
Leer no es sencillo; es una tarea que implica cierta concentración y competencia, una disposición a comprender y a dejarse llevar por lo escrito. Luego, puede o no disfrutarse, amargarte o enojarte.
Los que tenían ese poder con exclusividad hace mucho (y no tanto, también), lo fueron perdiendo o lo fueron cediendo de acuerdo a las presiones que iban recibiendo o a su conveniencia.
Esa tarea, ahora está ineludiblemente al alcance de todos.
Enseñar a leer y escribir es uno de los roles que cumple la escuela y la institución escuela – discutible y discutida o no, también – se ha democratizado lo suficiente como para que esté al alcance de todos.
Luego: leer, hacerse del hábito de leer, es otra tarea que es claramente posible de inducir desde el propio ejemplo en el ámbito familiar o el círculo inmediato de amistades.
Es posible y hay sobradas pruebas de ello.
Verdaderas multitudes en todo el mundo siguen a determinados autores, siguen sagas, debaten acercan de las historias que cuentan los libros y hay hasta quienes se apropian de personajes y acaso quienes dicen que tal o cual libro fue un antes y un después en su vida.
Entonces: ¿Por qué no leer?
¿Por qué no darle la oportunidad a un personaje para que entre en tu propia vida hasta ponerte las cosas blanco sobre negro o que simplemente te permita pasar un rato agradable con una historia que te atrapa, que te convence, que se te hace propia?
La literatura, leer, no es un objeto que se compra en un envase. Como buen verbo, es algo que se forma, que se instala, crece y se desarrolla. Acercarte a un libro es una tarea, sí.
Leer supone también adoptar conocimientos ciertamente no cuantificables o calificables, conocimiento que definen una nueva ecuación que modifica la inicial de estos torpes párrafos: conocimiento es poder.
La lectura, entonces, es también el proceso de construcción del poder propio, de nuestras certezas, de nuestras convicciones, acaso de muchas cosas de lo que estamos hecho.
Retomando a Andruetto y para cerrar: (…) estamos, en mi opinión intentando, como sociedad, como país, atravesar ese desafío: convertir en lectores a los que pueden comprar libros y a los que no pueden; a los que viven en las grandes ciudades, a los que vive en los pueblo pequeños y a los que viven en el campo, en la sierra o en el monte; a los que tienen una familia detrás y a los que están solos en la vida(…) Se trata de un desafío histórico, un imperativo alimentado por la convicción de que leer es, como otros derechos, un derecho de todos(*)
(*) ANDRUETTO, María Teresa - En La Lectura, otra revolución (2014) – Leer, derecho de todos, organizado por la Fundación Mempo Giardinelli. Leído en la apertura de XVIII Foro por el Fomento del libro y la lectura, Resistencia, Argentina, 4 de Setiembre
Texto de Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" ( Dina Huapi / Río Negro / Argentina)