La poética de la infancia
El primer texto que leen los niños
Los padres son “el libro de cabecera”: el primer texto que leen los niños
(Yolanda Reyes)
Estoy convencido que van a comprender la pregunta que me hago al final.
Hasta entonces voy a intentar que la voz de la colombiana Yolanda Reyes llegue con la misma potencia que me llevó a leerlo varias veces antes de intentar escribir esto que sigue.
La poética de la infancia es un libro luminoso, porque como casi siempre, todo comienza en una habitación iluminada por una lámpara, con alguien que nos cuenta un cuento.
Allí vamos a entrar, a un ambiente amable donde se van a contar historias sin ser, para nada, un libro de cuentos y con una de las pocas certezas que tiene un oyente de corta edad: mientras dure la historia, papá o mamá no se irán, como sostiene.
Luego, es comprender el juegoporque ¿qué otra cosa es la lectura, sino esa operación simbólica de “hacer de cuenta” que en esas convenciones está simulado el mundo?
De cuestiones así va “La poética de la infancia”(Comunicarte, 2019).
La autora retoma una idea, una escena, un tiempo que no necesariamente tiene como escenario común la Colombia contemporánea (puede ser cualquier país latinoamericano) y sí nos tiene como protagonistas/espectadores comunes a quienes tenemos pánico al dolor de y en la infancia.
En ese escenario nos propone leer.
Girando la cabeza apenas a nuestro alrededor (no muy lejos tampoco) y entonces comprender por qué es importante que haya libros para bebés, cuánto hay del fondo de la memoria de cada uno en las canciones de cuna que cantamos y que respetar a rajatabla el derecho innato de leer o no leer, va de la mano al amoroso ambiente en el que se genera la lectura y se la hace conocer como placentera.
Que todos los acentos (la manera de hablar y decir de cada pueblo) son una de las claves en las que se comprenden las historias y que la lectura de esos cuentos que contienen otras voces similares a la nuestra pero que no es la nuestra, nos proponen a la lengua como “el único territorio de la libertad, de la imaginación, de lo posible que nos queda”, que todas las realidades pueden ir a dar a la puerta de tu casa y que hay momentos en que leer es delicioso y otras, apenas una curita para una enfermedad terminal.
Reyes aborda la lectura en la infancia de manera amorosa y descarnada.
En escenarios donde termina de explotar una bomba (literal) y luego hay que seguir leyendo con los niños pero también donde resulta una explosión de alegría el nacimiento de un hermanito o ser progenitores por primera vez.
Y en cada página una idea que subyace: la relación niño – adulto amarrada por palabras, aún las que no se dicen.
En la contratapa, se lee:
"El que escribe estrena las palabras y las reinventa cada vez, para imprimirles su huella personal. Y el que lee literatura recrea ese proceso de invención para descifrar y descifrar-se en el lenguaje secreto de otro.
Es un proceso complejo que compromete, por decir lo menos, a dos sujetos, con toda su experiencia, con toda su historia, con sus lecturas previas, con su sensibilidad, con su imaginación, con su poder de situarse más allá de sí mismos. Se trata de una experiencia de lectura compleja y difícil, pero se puede enseñar. Y me parece importante recordar que es posible enseñar a amar la literatura: a vivir esa experiencia de descifrar sentidos ocultos y secretos, de conmovernos y aterrarnos y zarandearnos y nombrarnos y hacernos reír o temblar, y dejarnos hablar de todo aquello que no se dice, de labios para afuera. Cabe, entonces y sé que muchos maestros lo creen y lo hacen posible todos los días, promover una pedagogía del amor a la literatura que dé cabida a la imaginación y a la sensibilidad y que estimule a los niños a ser re-creadores de los textos."
No se cuánto tiempo llevo intentando escribir esto.
No poco, porque la pregunta que me hacía era: ¿cuánto puedo aportar para divulgar este libro sin desmerecer con mis palabras semejante trabajo?
P/ Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" (Dina Huapi / Río Negro / Argentina), Premio: "Pregoneros 2019"