Cuando San Carlos de Bariloche tenía sólo 4.000 habitantes, con calles de tierra rodeadas de cipreses y corría la década del '40, muchos inmigrantes con sus familias comenzaron a asentarse en esta zona de la Patagonia Argentina, rodeada de las incomparables aguas del Lago Nahuel Huapi y de montañas con nieves eternas y, varios de ellos, fueron quienes dieron inicio a la actividad turística de la ciudad. Fue en 1943 cuando la familia Razza, proveniente del Noreste de Italia, también eligió Bariloche para asentarse.

Luis Razza, quien falleció en el año 2007 a la edad de 107 años, había emigrado de su Italia natal a con tan solo 30 años. Su primer destino fue Buenos Aires, a donde arribó con unas pocas pertenencias acomodadas en una sola valija pero con un gran bagaje de experiencia en el oficio de modelar cerámica. Luego de trabajar en la capital de Argentina, este país que abrió sus puertas a cientos de miles de inmigrantes, las versiones que le llegaban sobre un pueblo llamado Bariloche, en la Patagonia Argentina, lo tentaron.

Y aquí se arraigó en 1943, junto a su esposa e hijo, Ana Maria Meldini y Luis Razza respectivamente, asentándose en lo que se conocía como “los altos de Bariloche” (hoy ya integrado al propio centro de la ciudad), conformado por quintas y calles de tierra rodeadas de cipreses. Cinco años después, en 1948, los Razza crearon “Cerámica Bariloche” en donde conjugarían talento con imágenes de la naturaleza del lugar.

En esos primero tiempos, cuando Bariloche recién comenzaba a pensarse como ciudad turística, la familia Razza basó sus trabajos en revestimientos para estufas tirolesas/rusas, que eran utilizadas para calefaccionar viviendas particulares y los primeros alojamientos turísticos, al calor de la leña (http://blog.villahuinid.com.ar/el-primer-hotel-de-bariloche-con-huespedes-de-la-talla-de-un-emperador). El emprendimiento resultó exitoso llegando a construir más de 500 estufas en esos primeros años de trabajo. A partir de allí, en los mismos hornos en los que se cocinaban esos revestimientos, se empezó a incluir otro tipo de piezas, decorativas y funcionales, como completos sets de vajillas, resistentes a las altas temperaturas.

En la medida que Bariloche se iba convirtiendo en ciudad turística, elegida por las más prestigiosas figuras del ambiente político y social de la Argentina de entonces y también por huéspedes de honor de distintos lugares del mundo (http://blog.villahuinid.com.ar/aaron-de-anchorena-el-pionero-del-turismo-en-bariloche-y-la-zona ), Cerámica Bariloche se iba convirtiendo paralelamente en un sello distintivo de la ciudad y cada visitante, de regreso a su lugar de origen, llevaba consigo alguna pieza exclusiva como recuerdo de su estadía en la pujante ciudad.

La familia completa continuó con esta actividad, ininterrumpidamente hasta nuestros días. Y a su local céntrico, que no por pequeño deja de tener un encanto especial, ubicado en Mitre 112 y abierto al público todo el año, le han sumado desde hace más de medio siglo, un paseo interesante por la Fábrica y Museo, en Anasagasti 1515, atractivo para toda la familia e ideal para realizar en días de clima destemplado en donde se buscan actividades que no sean al aire libre. Aunque conocer las obras de Cerámica Bariloche, nos acerca igualmente a la flora de la región trabajada en detalle y con un atractivo intercambio de estilos regionales e italianos.

La marca que los identifica consiste en una “Alabarda”, símbolo histórico de Trieste en Italia, ciudad natal de Don Luis Razza fundador de Cerámica Bariloche S.A., la que ha sido personalizada y goza de varias versiones, una más atractiva que la otra. Esa marca es la que garantiza la autenticidad de sus piezas y evita que se adquieran falsas copias.

En la Fábrica/Museo se atesoran gran cantidad de piezas únicas que, por algún motivo especial, fueron conservándose a lo largo del tiempo; pero en el recorrido por la misma, además de constatar un verdadero espíritu de trabajo en equipo junto a todos los empleados, muchos de los cuales con gran cantidad de años de antigüedad, se podrán observar miles de modelos y centenares de motivos de decoración, con distintas técnicas del arte milenario en cerámica. Será por este afán de conservar belleza y calidad que las obras de Cerámica Bariloche son consideradas Patrimonio Cultural de Bariloche y será por esos mismos motivos que también se destaca por ser la empresa de cerámica decorada a mano, más reconocida de la Argentina.

Podría afirmarse que las piezas de Cerámica Bariloche “traducen la belleza del lugar reflejando los colores y el carácter de la Patagonia Argentina, a veces áspera y agreste, otras exuberante y dulce, pero siempre, en todas sus formas y estaciones, vivaz, nítida e intensa”.

Si Ud está alojado en Villa Huinid Hotel & Spa, consulte en Recepción los horarios de visita a la Fábrica/Museo y alternativas de transporte para arribar al lugar. No deje de visitarlos. Es un paseo ideal para comprender el fruto del esfuerzo del trabajo familiar; técnicas de trabajo, viendo cómo se fabrica y decora cada pieza y cómo el arte de la Familia Razza fue evolucionando sin alejarse de sus orígenes: aquellas primeras piezas que desde Bariloche, recorrieron el mundo entero.

( http://blog.villahuinid.com.ar/ceramica-bariloche-un-sello-una-historia-familiar-y-un-tradicional-paseo-en-bariloche )

Roxana Arazi