La posibilidad de agasajar al piberío cada vez que podemos, siempre nos pone al libro en tanto objeto, en tanto posibilidad de un tiempo ocioso pero útil, como una alternativa por demás válida para compartir con ellos un espacio virtuoso capaz de divertir y formar (sin que sean palabras solamente)

Así, por caso, Paloma (Jaques & Lise – Pípala) aborda una historia que puede resultarnos algo extraña en principio hasta que entramos en su juego: el abuelo le regala a Basilio una paloma.

“Cuidala bien así siempre volverá a casa”- le dice – y efectivamente Basilio cuida y entrena a la paloma que cada vez va haciendo nuevas pequeñas hazañas, siempre un poco más allá. Pero en algún momento Basilio quiere algo un poco, digamos, fuera de lo común. Un libro ilustrado con un montón de guiños al lector de cualquier edad, repleto de sutilezas, buen humor y una reflexión profundísima respecto de la amistad.

Caperucita Roja (versión Gabriela Mistral con ilustraciones de Paloma Valdivia y un comentario crítico de Manuel Peña Muñoz – Editorial Amanuta) recupera el tradicional cuento popular con un relato poético:

Caperucita Roja visitará a la abuela

Que en el poblado próximo sufre de extraño mal.

Caperucita Roja, la de los rizos rubios,

Tiene un corazoncito tierno como un panal.

La edición en tapa dura con las ilustraciones de la notable Paloma Valdivia agrega valor al clásico de todos los tiempos que sigue resultando particularmente conmovedor.

Rescatando un formato casi olvidado como la fotonovela Tres seres verdes (Natalia Méndez – Dábale Arroz) propone, en un formato como aquellas viejas revistas de historieta, la historia fotografiada de, justamente, tres seres verdes de plastilina que conviven sobre un escritorio, donde pasan su tiempo y comparten algunas miradas del mundo parecidísimas a las que podemos tener en el mundo real. Mordaz, muy atada a este tiempo y tan profunda como divertida, reinventa un género en desuso y demuestra que todavía tiene mucho por aportar.

Un desastre olímpico (Javier Peña – Calibroscopio) en cambio, propone que tradicional competencia deportiva sea protagonizada por animales. Pequeños textos divertidos y poéticos escritos en letra mayúscula de imprenta, con el apoyo notable (y central) de las ilustraciones, hacen de éste un libro ideal para la gente pequeña que podrán ver una particular contienda de judo entre una jirafa y un camello, mandriles que juegan beisbol o un jabalí confundido y enojado porque cree que cuando hablan de jabalina…¡hablan de su hermana!

Abecedario (Kaufman/Franco /Bianki - Pequeño Editor) es justamente eso: un libro notable que te muestra el abecedario en todos sus fomatos de mayúsculas y minúsculas con la virtud adicional de “contar” la letra con verbos (y no con cosas - sustantivos). Preciosa presentación ideada con una tapa apenas flexible con tonos de hoja amigables para la vista, cierto aire “vintage” en el diseño y hasta un código QR vinculados a los videos creados específicamente para este libro completan un libro por demás recomendable para ese momento de la vida en que entrar a reconocer las letras es un mundo completamente nuevo y faascinante.

Uno sabe que hay gatos aquí y gatos allá, pero Mi gato manteca (María Laura Dedé – Flaiban- Primavera bonete) es otra cosa. Es una canción y es un libro de la prolífica y talentosa autora argentina que en esta nueva versión escrita e ilustrada con fotografías de diversos materiales  dan cuenta de la vida del gato manteca, el gato frutilla y el  gato pintado y acaso de tantísimos otros que andan por la vida de cada uno de nosotros en ambientes súper modernos y divertidos. Incluye también el código QR para “mirar la canción”.

La colección “abre, mira, piensa “ de editorial Iamiqué incluye una serie de libros entre los que se encuentra ¡Pellízcame! De Ellen Duthie y Daniela Martagón que dan vida a un sinfín de preguntas incómodas para responder, digo yo, en familia. Y aclaro que digo yo porque más de uno debería animarse a contestársela para sí antes de convidar al juego que proponen las autoras:

¿Cómo podemos saber si algo es de verdad?

¿Es mejor lo real que lo virtual?

¿Tiene sentido enamorarse de un personaje que no es real?

¿Sos mas real en persona que en la foto?

¿Es posible que haya mas de una realidad?

¿Pellizcarte es una buena manera de comprobar si estas soñando? ¿Por qué?

Y finalmente dos gemas de la factoría autoral que es Pablo Bernasconi.

Burundi es una suerte de colección (que hasta aquí tiene dos títulos) donde a partir de cuentos muy divertidos, surgen cuestiones muy interesantes que hacen a las percepciones de cada uno respecto de otra gente.

Así en “de falsos perros y verdaderos leones” presenta a León, un hermoso perro(?) sosteniendo que es un león, narrando una fantástica aventura de su día y hasta definiendo como el diccionario que es un león. ¿Efectivamente le interesa a León convencerlos? Al fin de cuentas ¿qué importa lo que piensen los demás?

En el otro volumen “De espejos, alturas y jirafas” nos encontramos con una jirafa bastante angustiada porque nunca pudo verse a un espejo y en consecuencia nunca pudo verse. Claro pero ¿una jirafa sabe lo que es un espejo? Aunque muchos animales intentan ayudarla (y otros aprovecharse) ella termina por comprender quede lo que sí sabe es de viento, frutas y nubes.

Me permito decir que esta serie del ilustrador es un punto culminante (por ahora, claro) en su producción vinculada a las infancias porque conjuga todos los elementos indispensables para hacer un libro atractivo, con una dosis razonable de texto informativo (y claramente divertido), ilustración y la cuota de fantasía necesaria para que sean perlas de cualquier lectura con gente pequeña.

 P/ Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" (Dina Huapi / Río Negro / Argentina), Premio: "Pregoneros 2019"