|    LITERATURA Y CINE 14 de octubre de 2022  | 
  
Te leo un poema  | 
  
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           Hoy: "La tarde del sábado para lavar la ropa", de la escritora Liliana Ancalao (Comodoro Rivadavia - Chubut - Argentina, 1961) poetisa, escritora y docente argentina considerada una de las voces más reconocidas de la poesía mapuche contemporánea. Pertenece a la comunidad mapuche-tehuelche Ñamkulawen asentada en el territorio desde el tiempo de sus bisabuelos. Su madre y su padre nacieron en la posguerra en las reservas que el estado argentino indicó a sus familias: su madre en Cushamen y su padre en Fitatimen. Escuchar acá:   | 
  
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 LA TARDE DEL SÁBADO PARA LAVAR ROPA (De Rokiñ. Provisiones para el viaje, 2020) 
Entre los peones que cayeron fusilados en las huelgas rurales de 1920 y 1921 seguramente había hombres de los pueblos originarios que cuarenta años antes habían recorrido libres los territorios del sur. 
La tarde del sábado para lavar la ropa 
pedían los 
peones 
que ahora les llamaban así a los empobrecidos 
williches pikunches ahonikenk shelknam 
yagan kaweskar y kamollfunche 
Cuarenta años después 
un rato de ser wentru pedían 
aunque los alambrados 
No les dijeron no, a su pedido 
siempre fueron afables 
tampoco sí: 
a las ventanas de brisa en el galpón cerrado 
un suspiro limpio que ventile el pecho 
y se lleve el olor de los corrales 
lo desparrame 
como el agua enjabonada 
el sábado a la tarde en el patio de la estancia 
Un respiro de aire sin 
patrones 
que ahora debían llamarle así 
a los muy enriquecidos 
no les dijeron no, los muy prolijos 
hicieron venir a los milicos 
Y no les dieron: 
tiempo para lavar su cara y su cabello 
que el agua corra hasta sus pies 
el sábado a la tarde 
para lavar sus calzoncillos la camisa 
la roña de los puños la mugre del cuello 
los sudores de la espalda 
Salir del ciclo de la lana por un rato 
que la parición 
que cortarles los huevitos a las crías 
y la señal del patrón en las orejas. 
que la pelada del ojo que la esquila 
que los fardos de lana trepándose hasta el techo 
No tuvieron: 
los bancos que pedían 
para sentarse descansar el cuerpo 
armar el círculo de la conversa 
y el silencio 
y que en los puestos esa distancia alambrada 
en la inmensidad del latifundio 
el hombre no esté solo condenado a estar impar 
Eso pedían a cambio de volver 
a producirles las ganancias 
Y los ataron como hacía cuarenta años 
a sus parientes allá por el chubut 
en el corral de sacamata 
como a animales 
los milicos obedientes de los muy enriquecidos 
No les dijeron no, tampoco sí: 
al sábado a la tarde 
para volver a ser wentru por un rato 
para lavarse 
bancos 
velas 
aire 
no estar solos en los puestos 
no más pedían 
Balas 
les dieron los milicos obedientes 
primero los pusieron paraditos 
y en fila como los postes del alambre 
A los peones que se habían atrevido 
les apuntaron ahí 
a la memoria 
y fueron cayendo 
las camisas con sangre 
que ningún jabón refregará el sábado a la tarde 
y vuelve a gotear el dolor 
mierda 
vuelve 
Autora: Lliliana Ancalao 
Lectura: Roxana Arazi 
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