Aunque su formación inicial transitó por el derecho, fue en la Patagonia donde Clementina Macaroff encontró su voz definitiva.

Su camino en las letras se consolidó a través de la participación en colectivos de escritura, fundamentales para la cocción de su estilo. Y a partir de allí, también comenzó a soltar su pluma en textos propios que dieron forma a sus propios libros. Es autora de "Los hijos del monstruo", "Res - urgencias" (poemario) y "El marco vacío", y coautora, junto a otras mujeres escritoras coordinadas por Mirta Santiago, de antologías como  "Mujeres de alambre", "Las puntadas perdidas" ,"Patagonia, relatos de viento y piedra" y "Mujeres de viento".

Durante esta entrevista en Café a la Turca (15 de diciembre 2025), Macaroff vertió conceptos que definen su compromiso con la palabra. Para ella, escribir no es solo un ejercicio estético, sino una forma de "tejer historias que atrapen" para revelar aquello que suele quedar oculto bajo la superficie de la cotidianeidad.

Una de sus definiciones más ricas es la relación entre el autor y su entorno:

"La Patagonia no es un escenario, es una fuerza": Para Clementina, el clima y la geografía del sur tienen una "violencia" propia que debe ser relatada con destreza, justificando la crudeza y la fibra que emana de sus textos.

La autora barilochense destaca la importancia de la "literatura como refugio". Macaroff sostiene que la ficción permite "mirar al monstruo a los ojos", lo que le permite procesar a través de la belleza de la palabra los traumas y las injusticias que atraviesan el tejido social. Es que Clementina es una observadora aguda. Nunca pasa por alto los detalles y goza de una capacidad descriptiva que es verdaderamente exquisita, aún cuando los temas sobre los que escribe no estén vinculados a la amorosidad.

Recientemente, la autora sumó un nuevo capítulo fundamental a su bibliografía con la presentación de su libro "El marco vacío". El evento tuvo lugar en el emblemático Museo de los Viajeros, en la localidad de Dina Huapi, un escenario acogedor que la recibió, al igual que a un público interesado en conocer más sobre este material que narra la historia de un pequeño italiano que llegó a la Argentina y que en este extenso territorio, también recaló en Bariloche e hizo de este lugar, su hogar definitivo. Es Ignazio. Un hijo de inmigrantes como tantos y tantas en esta tierra que los acogió sin distinciones de ningún tipo.

Ignazio, ese hoy adulto que va olvidando su presente aferrado cada vez más a su pasado. 

Ignazio, el inmigrante que todos tenemos en nuestras familias, aunque muchos quieran negarlo. 

Ignazio… el inmigrante felizmente argentino. 

En esta obra, Clementina indaga en las ausencias y en lo que queda fuera del encuadre oficial de la historia. Profundiza en la reconstrucción de la identidad y los vacíos que dejan el tiempo y el exilio personal, consolidando su capacidad para transformar la nostalgia en una herramienta de análisis crítico sobre el pasado y el presente. Pero es también, en definitiva y a pesar de las crudezas de muchos de los pasajes narrados, una construcción de "fuerza y ternura".

Ya sea a través de sus relatos o de su constante presencia en bibliotecas y ferias, Clementina Macaroff se posiciona como una pieza clave para entender la identidad de una región que, como sus textos en los libros colectivos particularmente, está hecha de viento, piedra y memorias que exigen ser contadas.

 “𝐄l marco vacío”, confirma una vez más que su pluma puede pretender ficcionar, suavizar y hasta enmascarar dolores para que no se conviertan en golpes bajos. Clementina Macaroff logra que cada frase, cada concepto, cada párrafo, cobren vida. Y sin temor a exagerar, es un libro de una profunda y necesaria emotividad. Con una investigación exhaustiva, aun cuando se trate de una novela, nos lleva de su mano hasta la Italia natal de Ignazio. Y lo hace de tal forma que cualquiera de nosotros, hijos, nietos, descendientes al fin de cualquier familia de inmigrantes, sintamos que la historia que narra, es propia. Que nuestros antepasados, del origen que sean, atravesaron muchas de esas situaciones que vivió ese niño, hoy ya seguramente pisando los 80 años.

“𝐑𝐞𝐜𝐨𝐫𝐫𝐞𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐬𝐢𝐭𝐢𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐢𝐭𝐚𝐫𝐨𝐧 𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐠𝐞𝐧𝐞𝐚𝐥𝐨𝐠𝐢́𝐚 𝐝𝐞 𝐦𝐢𝐬 𝐡𝐢𝐣𝐱𝐬, 𝐭𝐚𝐧 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥𝐞𝐬, 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐞𝐧 𝐬𝐮𝐬 𝐯𝐢𝐝𝐚𝐬, 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐚 𝐜𝐚𝐫𝐠𝐚 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐚 𝐢𝐧𝐦𝐢𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐢𝐟𝐢́𝐜𝐢𝐥, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐢𝐧𝐦𝐢𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬…” escribió la autora en un pasaje de esta obra literaria maravillosa, a partir de un viaje a la cuna de Michelángelo, Da Vinci, Dante Alighieri, Vivaldi, Galileo, Federico García Lorca, por citar solo a algunas de las personalidades que aportaron tanto a la cultura, a la ciencia, al conocimiento. También de Benito Mussolini, el dictador tirano que gobernaba en tiempos de esta historia. Y de Ignazio….

El relato íntegro es lo que hace que cualquiera que lea "𝐄l marco vacío", pueda sentir la historia como propia, aun cuando jamás haya pisado la tierra de sus ancestros.

Alguien alguna vez le preguntó a Clementina Macaroff:¿por qué escribís? "Escribir me desborda. Desborda mi tristeza, mis alegrías, mis nostalgias de lo que nunca sucedió; mi toda yo y también lo que no soy. Entonces... cómo no escribir". Entonces, frente a esa respuesta sincera y convincente, me pregunto: ¿cómo no leerla a Clementina Macaroff? Imposible no disfrutar de sus obras y sentirnos parte de ellas.

(Para adquirir sus obras: https://www.facebook.com/share/17xqqxCv4r/ )

Entrevista de Roxana Arazi

Café a la Turca 15 de diciembre 2025