LITERATURA 6 de febrero de 2020 |
La señora de los confines |
Leemos literatura porque una vida no nos alcanza.
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«No digo adiós. Liliana Bodoc, 'Los días del Fuego'
¿Bello, no? No es que escribía lindo y nada más. Dicen quienes la conocieron que era linda. Pero linda como gente y que además escribía lindo. MUY lindo, agrego yo. Leerla era (y es) recibir una caricia que si bien entraba por los ojos, irremediablemente atravesaba todos los sentidos. Llegué a ella en 2003 cuando una gran amiga que trabajaba en ese entonces para la editorial, me regaló “Diciembre Super - Álbum”. Me gustó el ida y vuelta por las historias entre ficción y realidad y ese manejo de los conflictos que se daban sobre el circo Budapest y la historia de Santiago. Había visto “Los días del venado” en otras librerías, pero mi presupuesto de entonces estaba solo destinado a subsistir. Lo saqué de la biblioteca un tiempo después y quedé con la boca abierta. Y la seguí y empecé a ser uno de los fieles seguidores. Un libro de ella siempre era una novedad deliciosa y admito que siempre fue una de esas plumas poderosas que se transformó en debilidad para mí. Leete esto: “Porque amasar un pan y escribir un cuento son cosas muy parecidas.
“Las más antiguas de las costumbres del amor… “¿Cuántas veces leíste esa frase antes? Y otra cosa: esas palabras amorosas no refieren al amor romántico (aunque a veces, también). Son de amor como especie. Y acaso ahí radica su mayor diferencia: conocemxs o hemxs escuchado hablar a muchxs escritores y los hemxs leído diciendo cosas sobre el amor, pero sobre otro tipo de amor y casi nunca oyéndolxs hablar como especie. Liliana tenía eso: nos hablaba y escribía como miembros de la especie, enamorada y preocupada por la especie, por su transcurrir y su devenir, por la trascendencia de sus actos y por la defensa de su futuro. Defendía la lectura de lo escrito y la que va de la voz al corazón. En esa defensa afirmaba: “Los relatos son el modo más humano del tiempo y sólo narrando, de tarde en tarde, de boca en boca, nos hacemos eternos.
Acaso porque siempre supo de qué lado estar, acompañó aquel Plan Nacional de Lectura (por entonces era sin la última “s”) y sostenía esa decisión de acompañarlo porque fue “Un lugar en el que la literatura se compromete seriamente con la sociedad. En primer lugar va adonde jamás va una editorial, adonde no se venden libros y lleva escritores para que promocionen la palabra, la libertad de pensamiento” y que “acá en Resistencia, en la parte más difícil de la ciudad les dijo a los pibes de una nocturna: "lean para sacarse la bota de los patrones del cuello".
Esa era la Bodoc. La misma a la que todos querían antes de su universalización como escritora enorme o porque la muerte lo quiso así. No hay libro ni siquiera un poco mas flojo que otro. Todo cuanto escribió tenía horas y horas de trabajo, respeto por el lector y una envidiable creatividad. La Señora de los Confines cuida de las hojas que vamos a leer en tiempos donde se pone tanta tinta sobre papel seco al divino botón.
Por Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" ( Dina Huapi / Río Negro / Argentina)
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