LITERATURA 28 de agosto de 2018 |
Grandes pequeñas historias |
Una historia con guiños múltiples
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Me gusta pensar en libros para la familia. Libros que puedan leer los chicos de la casa y también que a los grandes no les resulte una propuesta sólo infantil (en otra oportunidad hablaremos algo respecto de los libros “para chicos”). Y hay muchos, muchísimos libros que cumplen con eso, que tienen esa posibilidad. Nadie tiene que bajar “expectativas”, nadie tiene que tener demasiado conocimiento previo y todos disfrutan parecido leyendo exactamente lo mismo. Para eso hay que saber hacer un libro; hay que contactar a tus lectores a través de las visiones propias y de ellos. O sea, hay que saber. Uno de esos autores es Gilles Bachelet (Francia, 1952) y uno de esos libros es “La esposa del conejo blanco” (Adriana Hidalgo 2016). Y cuenta una historia de esas que a veces te quedan sueltas de los personajes secundarios. Esos que uno supone que el autor puede explotar un poco más. Este es el caso. El conejo que siempre acompaña a Alicia en su viaje por el país de las maravillas ¿no tiene familia? Sí; y lo que cuenta este libro es justamente lo que escribe la esposa del conejo blanco en su diario personal. Y ahí es donde uno aterriza: los conejos tienen mucha, muchísima cría y si anda yendo y viniendo a las corridas con Alicia, ¿quién se encarga de ella? ¡La esposa! Desde la foto familiar que inaugura la lectura, en un sepia bellísimo que incluye un gato transparente, la esposa del conejo, el conejo mirando el reloj y la cría en situación de posar, todo un disparate tras otro. Desfilan, el marido que ya-ya-ya tiene que irse, la hija adolescente que antes quería ser ama de casa y ahora quiere ser top-model y en consecuencia entra en la etapa de dietas a base de zanahorias (100 recetas desopilantes), los mellizos que siempre están al borde de caotizar la convivencia familiar, la pequeña que entra a la escuela por primera vez y a un aula llena de detalles increíbles, y a veces, hasta la propia Alicia que se achica y agranda a voluntad. Y todo transcurre el día de su cumpleaños, justamente. Puedo quedarme en esto, pensar que ya lo conté. Sin embargo creo que aquí está parte de la clave del libro: seguramente que hay quien no leyó “Alicia…” y el libro te inspira lo suficiente como para animarte a hacerlo. Las ilustraciones dialogan permanentemente con el libro original, pero también con los lectores y sus experiencias, con las tareas de la casa y también es profundamente crítico con el rol del hombre que deja el hogar en manos de la esposa o la desatiende(1). Una lectura que también es experiencia buenísima para compartir.
Roberto Szmulewicz Librería "El Profe" - Dina Huapi
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