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  LITERATURA Y CINE  14 de junio de 2021
La casa y las palabras
María Wernicke se estrena

 

 

Posiblemente cuando se habla de poesía más de uno se espanta o cree que se va a encontrar con alguien que va a poner las palabras ahí, casi ancladas en una nube de donde no se baja nunca.

Y esto es posible si quien las maneja pretende que su poesía tenga una profundidad rayana en lo incomprensible o se encarga específicamente de blindarse, quien escribe y su poesía.

Otra cosa es prestarle atención a lo que se escribe, hurgar en el verso, leer entre líneas, comprender como se siente lo escrito.

Y ahí están los recursos de quien ha hecho la tarea para acercarte a su forma de decir.

Debuta María Wernicke en un libro de poemas, quiero decir, en un libro exclusivamente de poesía y habla de aceitar bisagras, del barro de la canaleta, de curarte, de los amigos que estuvieron en casa la noche anterior y de vos que, como lector, conocés de esas experiencias en términos tan concretos como ella las describe.

Dice:

Hace falta

la alegría breve.

que llegue

sin ruido,

sin pedir permiso.

 

Hace falta

el abrazo

y detener el tiempo

ahí

para seguir

Por otro lado, conocemos a María Wernicke fundamentalmente en tanto ilustradora. Sabemos de sus trazos y la profundidad que logra incluyendo en ese estilo, múltiples tipos de silencio.

Aquí también lo consigue:

El fin de un verso, el espacio entre estrofas, el fin del poema, nos deposita en el silencio que es continuidad del mismo poema con sutileza y buen gusto:

Te pensé hoy

en cada hoja

apestada

del jazmín.

Junté coraje

para curarlo

como hacés vos,

paciente,

limpiando una por una

con esponja

y no algodón.

Lo había hecho

otras veces,

pero hoy,

mientras lo hacía

de alguna forma

te curaba a vos.

 

Decía que debuta la autora en un libro de poesía aunque no en el lenguaje poético; en todos sus libros el texto es cómplice proporcional del dibujo: lo esconde, lo arropa, lo expone furiosamente, lo acuna. Aquí, en “La casa y las palabras” (Dábale Arroz – 2021), setenta y cinco poemas son celebrados en dieciséis imágenes de un muñeco articulado (tipo dummie)a veces acompañado de una flecha o una plomada, a veces desarmado, a veces intentando hacer centro y acaso intentando no perder la cabeza.

Y entonces el debut que, ya sabemos, no es del todo debut, viene a resultar un escalón mas dentro de la inmensa obra que viene construyendo a paso siempre firme.

Celebra la poesía, celebramos los lectores, celebramos el momento en que se rescatan estas palabras jugadas de nuevo para hacernos conocer de tantas cosas que todavía estaban sin decirse.

 

P/ Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" (Dina Huapi / Río Negro / Argentina), Premio: "Pregoneros 2019"

 

 

 



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