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  LITERATURA  29 de octubre de 2018
Ser la hermana menor
Cuando “todo lo que hay” también es ser feliz.

La anécdota del cuento es una: la protagonista recorre una porción del monte santiagueño para pedirle prestado a una vecina el “huesito gustador” con el que su madre preparará la sopa para la familia.

El huesito es un hueso grande, de osobuco, que se colgaba en el alero del rancho y que servía para varias comidas de varias familias en muchos kilómetros a la redonda y por algún tiempo.

Y que creaba la ilusión de estar comiendo carne.

Y cuando se le iba acabando el gusto servía para un juego.

En “La Hermana menor” (Pequeño Editor, 2018)  Picu se desplaza con naturalidad por los patios de tierra apisonada, el maíz molido en mortero, entre los cuises, los maizales y el algarrobo. Varios chicos comparten su vida cotidiana: cinco hermanas, siete primos y los dos hijos del peón golondrina.

Con estos elementos Suniyay Moreno construye la narración de un modo amable, con tempo preciso pero no forzado, administrando las palabras de forma tal que te permite acompañarla en su recorrido para llegar antes del mediodía de vuelta a casa. Y el tiempo  no se mide en horas sino que por las sombras de tu propia figura sobre la tierra.

A priori, podría suponerse que esa pequeña anécdota puede matizarse con dolor, armar un panorama de pobreza y listo, tenemos un combo lacrimógeno que garantice la venta de ejemplares que alimente cuentas bancarias de autor y editorial a la vez que la condolencia de muchos y nada más. Algo así como contar el hambre y las ganas de comer.

Sin embargo, nada más lejos, no hay un solo rasgo de ello.

El texto en cuestión es (también) una celebración de la vida  fuera de las grandes ciudades, de la fiesta que significa encontrarse con amigos para jugar con “lo que hay” y, arropado entre las bellas (e indispensables) ilustraciones de Mariana Chiesa, este espíritu queda plasmado divinamente.

A la pregunta ¿Es un libros para chicos? puedo responder que también es para chicos.

Los adultos poco adeptos a la lectura van a encontrar en sus páginas que brota un aroma a familia (jamás ideal, siempre necesaria). Los buenos lectores lo podrán captar distinto, como un  libro ilustrado (con dejos de álbum) con un texto preciso que articula con el trabajo de Chiesa de manera formidable, sin fisuras. No hay una coma ni un trazo de más o de menos.

Suniyay Moreno aprendió de su abuela Estanilada estas palabras que son epígrafe de este libro:

“Puñuy, puñuyianita…
Utulitajatunkajrin… 
cheynakanaan, cheynakanaan”

(Duerme, duerme negrita…
Lo pequeño será grande… así ha de ser, así ha de ser)

 

Texto: Roberto Szmulewicz, Librería "El Profe" (Dina Huapi - Río Negro).



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