Hay luchas que no proscriben por más que haya gobiernos que se esmeren por aplicar políticas de despojo, aún de lo más básico para cualquier ser humano como lo son  el derecho a la identidad y a la dignidad. Parece un juego de palabras, sin embargo se trata de dos factores imprescindibles en la vida de las personas y están perfectamente enlazados: el derecho a saber quiénes somos y el derecho a merecer. A merecer tener un nombre, un apellido, raíces, familia, historia, presente, futuro y a disponer de todo lo que logramos a lo largo de nuestras vidas.

En Café  la Turca del miércoles 17 de abril 2019, el derecho a la identidad y a la dignidad se entrelazaron inevitablemente.

Adriana Garnier Ortolani, quien en diciembre de 2017 confirmó que sus padres biológicos Edgardo Garnier y  Violeta Ortolani, habían sido desaparecidos durante la última dictadura cívico, militar y eclesiástica en la Argentina ( 1976 - 1983) - y  aún permanecen en dicha condición -, abrió su alma para compartir quién es realmente; cómo se vive después de 40 años de haber tenido una supuesta identidad que hoy sabe no era real, pero que marcó toda su vida, hasta entonces. Cálida, sincera, por momentos notoriamente combativa y con deseos de aprender a ser quien es realmente, Adriana, la nieta 126 recuperada por Abuelas y  que en realidad debiera haberse llamado Vanesa,  dijo: “Se que no solo no me abandonaron (sus padres bilógicos y su verdadera familia), sino que me buscaron durante 40 años”. A partir de ahí, todo lo demás es presente y será futuro.

Luego, Mercedes Raquel Gorbach y Adriana Cattino, dos mujeres exponenciales del grupo Abuelazo en Bariloche, se refirieron a la grave situación que los jubilados y pensionados  atraviesan obligatoriamente merced a las decisiones del gobierno de Cambiemos, que no ha aplicado en los más de tres años que lleva en el poder, una sola medida tendiente a mejorar su calidad de vida, sino todo lo contrario. Medidas destinadas a quitarles sus derechos adquiridos, o como bien expresaron, a “robarnos la dignidad”. Ambas coincidieron: “no permitiremos que nos vuelvan indignos”  - pensamiento y determinación  también de quienes forman parte del grupo al que pertenecen -, entendiendo que la indignidad define a las personas como seres humanos que “no tiene mérito, valor, merecimiento, virtud o alguna estimación o disposición para algo. Que son inferiores a la calidad o el merecimiento a alguien o que no pertenecen a las circunstancias o causas. Abyectos, despreciables, impúdicos, desvergonzados, viles, indecorosos, malos, rastreros o deshonrosos”. Exactamente “cualidades” que, por el contrario, demuestran tener quienes se empecinan en ostentar poder para eliminar los derechos de sus representados…

Identidad y Dignidad. Derechos que no proscribirán mientras existan Adrianas y Mercedes.

Roxana Arazi